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CHILE Y LA MATANZA DE CIUDADANOS CHILENOS y BOLIVIANOS, 21 DE DICIEMBRE DE 1907


Por: LUIS FERNANDO ALCAZAR CHÁVEZ - GENERAL DEL EJERCITO. 

No es novedad en la historiografía de esta parte del continente, las matanzas y expresiones de insensibilidad extrema de los gobierno chilenos y sus mecanismos de administración de la violencia legal, la famosa Repasáa en tiempo de guerra y la represión como un mecanismo normal en tiempo de paz particularmente respecto a sus ciudadanos, que como muchos, perdieron la vida en la matanza de “La Coruña” acaecida el 5-jun-1825 con 2000 muertos, la Batalla de “Lircay” el 17-abr-1830 con 2000 muertos, la Masacre de “Las Cañas” en Santiago el 18-ago-1891 con 84 muertos, la del “Mitin de la carne” el 22-oct-1905 con 200 muertos, la de “Plaza Colon” en Antofagasta el 6-feb-1906 con 300 muertos, la de Valparaíso en 1903, la huelga de portuarios con 50 muertos, en 1906, la huelga de ferrocarriles en Antofagasta con muertos entre 50 y 300, el Asalto a la sede del FOM en Punta Arenas el 27-jul-1920 con 30 muertos, la de “San Gregorio” en Antofagasta con 100 muertos, la de “Marusia” en mar-1925 con 500 muertos, la de Ranqui en la prov. de Malleco en Jun-1934 con 400 muertos, del “Seguro Obrero” en Santiago el 28-ene-1946 con 59 muertos, la de población José María Caro en Santiago el 19-Nov-1962 con 6, la de “El salvador” con 8 muertos el 11-mar-1966, la de Puerto Montt del 9 de marzo 1969 con 10 muertos, de Laja con 19 muertos en la provincia Bio Bio el 18-sep de 1973, la de Corpus Christi el 15-jun de 1987 con 12 muertos en el Centro Nacional de Informaciones, finalmente los desparecidos en la dictadura pinochetista, son muestra clara de lo que expresamos al comenzar estas líneas.
De semejante y vergonzosa cadena de matanzas, por el número de víctimas, las más destacada es la “Matanza de Santa María de Iquique”, la cual implicó la muerte de cerca de 2200 personas, aunque otros hablan de 3.600, pero en todo caso, dejemos que los chilenos se encarguen de la historiología de esos eventos, en este caso, la intención es hacer conocer que, en este acontecimiento de lo más luctuoso que la historia chilena ofrece, fueron acribillados ciudadanos bolivianos, cuyo sacrificio no debe ser olvidado, hayan sido uno o cien, diez o mil, pero eran bolivianos, y merecen nuestro homenaje como compatriotas y sobre todo como luchadores mártires por las conquistas sociales, algunos historiadores afirman que en las minas trabajaban cerca de 13.000 bolivianos y peruanos, muchos de ellos marcharon hacia Iquique y cayeron en la esperanza de vivir mejores días y nadie, nunca le rindió homenaje alguno, no traicionaron al país tenían que sobrevivir, no les queda otra cosa,…… trabajar….. y ser explotados.
Luego de 1904 y la consolidación de apoderamiento abusivo del Litoral boliviano, ya estaban en poder araucano la totalidad de los yacimientos salitreros y guaneros de Bolivia, habían logrado su objetivo con el leonino Tratado de 1904, al Perú lo mantenía distraído con el utópico plebiscito sobre Tacna y Arica, Chile se había dedicado al reaplicar la llamada “chilenización” del área invadida, es decir, imponer la mentalidad chilena en sus supuestamente nuevos ciudadanos a partir del nuevo estado de pertenencia, paralelamente, habían subido los impuestos a la explotación y exportación de salitre y pese al alto monto que superaba en mucho a los 0,10 ctvs. que Bolivia quiso aplicar, empresarios ingleses explotaban salitre con éxito, como John Tomas North llamado “el rey del salitre”. El presidente Ismael Montes en Bolivia y Juan Misael Saracho su canciller en su desesperación por amainar los efectos del nefasto Tratado, se esforzaban en encontrar mecanismos que reemplacen la carencia de salida al mar, el Presidente Montt en Chile junto a su Ministro Sotomayor, se empecinaba en consolidar el control de toda la República de Chile y sobre todo de los territorios que en razón de la fuerza habían obtenido. 
La pregunta es ¿qué tiene que ver la masacre de la escuela Santa María con Bolivia?, ocurre que después de la invasión chilena nuestro litoral, la explotación del salitre en el área usurpada requería mano de obra, y allí estaban ciudadanos bolivianos, peruanos y chilenos que se habían quedado, emigrado buscando mejores condiciones de vida o que habían vivido de mucho antes en el área, descendientes de los que desde 1842 se instalaron en el Litoral boliviano al amparo de la fiebre del salitre, formaron familias sin perder nunca su ascendencia boliviana, el tratado de 1904 no fue óbice para que ellos y sus descendientes se convirtieran en trabajadores de las empresas explotadoras de las riquezas naturales usurpadas a Bolivia, al final, la desgracia la explotación laboral y el infierno del desierto había unido a todos, trabajaban y eran explotados, las condiciones de vida eran paupérrimas no había ningún atisbo de seguridad laboral y mucho menos de seguridad social reinaba la explotación y la rutina en el marco de los infiernos diurnos y los polares fríos nocturnos, bajos sueldos y necesidades extremas de los trabajadores, hacían de ellos y su necesidad, un caldo de cultivo ideal para el beneficio empresarial, consecuentemente la explotación era el mecanismo de base de las relaciones obrero patronales, la única pulpería vendía productos que deseaba ante un mercado cautivo que tenía prohibido comprar en otro lado, se realizaban el comercio imponiendo precios a su antojo, los establecimientos pertenecían a los patrones y empresarios cuyo objetivo era de mantener la estabilidad de la industria salitrera y retener la mayor plusvalía posible, el gobierno buscaba mantener el estado de derecho y obviamente como siempre, los uniformados atentos a las órdenes, todo ello, configura un escenario de creciente tensión que alcanzó su punto de no retorno el 10 de diciembre de 1907, estalló una huelga en la salitrera de San Lorenzo, se amplió a San Antonio y todos marcharon sobre Iquique siendo miles de trabajadores hombres mujeres y niños parte de ese desfile de necesidad, desesperación y demanda de justicia sin saber que también serían parte del desfile de cadáveres al atardecer del 21 de diciembre siendo llevados hacia fosas comunes.

“CON LOS CHILENOS VINIMOS………. CON LOS CHILENOS MORIREMOS”

A tiempo de estallar el conflicto, los cónsules de Bolivia y el Perú hicieron lo que correspondía, mediaron en el conflicto de intendente interino Julio Guzmán García, el titular Carlos Eastman Quiroga, los cónsules lograron que sus compatriotas fueran dispensados de responsabilidad en el problema lo que impedía aplicar sobre ellos medida alguna, pero paralelamente, el Presidente Montt mediante su Ministro del interior Rafael Sotomayor ya dispusieron la represión y el tristemente célebre general Silva Renard, ejecutó la orden. Los cónsules comunicaron lo logrado a los compatriotas, la respuesta fue sólo de los hombres y mujeres que, por, sobre todo, tienen dignidad…. “No nos retiraremos, con los chilenos vinimos y con los chilenos nos vamos” fue la respuesta, y se fueron con ellos hasta la gloria en alas del sacrificio y la esperanza de días mejores para los suyos, Abaroa desde la gloria, debió sentirse orgullosos de sus compatriotas, que no se rindieron. La huelga fue haciéndose masiva, llegaron trabajadores de otras minas………. La creciente cuantificación de participantes se convirtió en una seria preocupación por el gobierno de Montt, los trabajadores pedían negociar frente la posición secante de los empresarios ingleses chilenos que se negaba a ello y finalmente la decisión transmitida por el ministro Sotomayor al general Silva Renard el cual experto en matanzas, seguramente se prestó orgulloso a cumplir la orden y como tal al mando de ametralladoras y lanzas de los uniformados hicieron presa fácil de los hombres mujeres y niños y bebés de los huelguistas, eran las cuatro de la tarde de aquel fatídico 21-dic- 1907 y la Escuela Domingo Santa María comenzó a vivir el infierno de ver enfrentarse a hombres mujeres y niños desarmados y sin ninguna protección a la metralla uniformada indolente, “el vicario Martin Rucker, sostenía el cadáver de un niño entre los brazos de su sotana ensangrentada mientras reseñaba general Silva Renard y le gritaba improperios que el general ni siquiera escuchaba, ahí arriba sobre la montura de su caballo (Jorge Baradit:2015). Luego de la sangría humana, los miles de cadáveres fueron cargados en carretas y llevados a las fosas comunes en el marco silencioso de la mirada asustada y desesperada de los ciudadanos de Iquique que gravaba lo ocurrido en sus memorias, con sus retinas, seguramente impregnadas de dolor, de impotencia y de pena por los muertos. Allí fueron muertos compatriotas bolivianos en un número que seguramente era significativo, luego la desesperación por los muertos, posteriormente al caer la tarde, las carretas trasladaban cadáveres aún sangrantes a fosas comunes siendo enterrados sin ningún tipo de protocolo, claro, había que hacer desaparecer el cuerpo del delito, en realidad nunca se supo exactamente cuántos fueron los muertos y tampoco se supo cuántos eran nuestros compatriotas si tomamos en cuenta en total alcanzaban a cerca de 13.000 extranjeros entre bolivianos y peruanos, seguramente había cientos de ellos en la masacre. finalmente, sólo gritos y quejidos la tradicional “Repasáa”. Pero, cuál era la demanda frente a las condiciones de vida y trabajo paupérrimas? espántese el lector que nos premia con su lectura, ellos sólo quería un salario de 0,18 peniques (que dio origen a la denominación de la huelga), que se instale una balanza en la pulpería de la empresa, la instalación de redes de protección en los viveros de caliche, que los protejan de una muy probable caída y muerte calcinada y finalmente sólo pedían que se instale una escuela nocturna, sí lector, una escuela para aprender a leer. La desesperación oficial chilena de minimizar el efecto de la matanza y enredar la apreciación cuantitativa de muertos hizo que los enterraran rápidamente en fosas comunes no impidió que se hable de cerca de 3.600 muertos y aún más, obviamente, nunca se llegó a identificar legalmente a todos los bolivianos caídos, pero si, su presencia está plenamente comprobada.
Un taxista chileno le comentaba al autor de estas líneas al pasar por la escuela Santa María en Iquique: “Señor, les quitamos el mar a sus compatriotas, muchos se quedaron a trabajar, a vivir, vinieron muchos más, trabajaron con nosotros, contribuyeron a nuestra riqueza y luego los matamos, ¿y creo que Bolivia nadie lo recuerda no? mi silencio, seguramente fue por demás elocuente y sólo atiné a preguntar, si Chile los recordaba…… era evidente.
En 1940 los restos fueron exhumados y sepultados en el patio del Servicio Médico Legal de Iquique y en 2007 al centenario, en la presidencia de Michelle Bachelet, en un día de duelo nacional los cadáveres fueron sepultados de acuerdo a las tradiciones cristianas en un monumento especial en el lugar del crimen, erigiendo también un monumento en su memoria en la ciudad de Santiago en la esquina Vial y Ronddizoni.
Entre 1901 y 1970, el estado chileno a través de sus fuerzas armadas del orden ha matado a más compatriotas que extranjeros, más que a todos los muertos en la Guerra del pacífico pues cualquier conflicto que haya enfrentado con fuerzas extranjeras” (Hernán Ramírez Necochea)
“La guerra del Pacifico había dejado a Chile en el sitial más destacado del mundo americano, pero no ganamos con ello las simpatías de nadie, en las grandes masas de opinión de los países indoamericanos, Chile se perpetuo como un país militarista cuyos anhelos no se pararían en Tarapacá, Antofagasta Tacna y Arica y, la intelectualidad del continente …vio en la protección brindada a Chile por el imperio alemán (contra intentos de mediación europea que podrían haber disminuido las perdidas peru-bolivianas) la complicidad entre la política agresiva de Bismark y la de esta República sudamericana que surgía en 1883 con ínfulas de hegemonía prusiana.“
Ciertamente espeluznante la recordación de lo ocurrido, pero más allá de ello, es pertinente una reflexión a manera de autocrítica, por qué en Bolivia no nos acordamos de ellos? mucho más allá del trabajo que desarrollaban, de la lejanía y por ello la tendencia al olvido, los bolivianos con usted, como yo, orgullosos de su ancestro y sobre todo valientes frente a la explotación y la armas, la respuesta debe invitarlos a valorar su sacrificio y recordar a los chilenos lo sucedido, y, sobre todo, ensalzar la memoria de los mártires bolivianos de la masacre de la “Escuela de Santa María”.
Probablemente en Chile la matanza sea una más de las que nombramos al principio, pero en Bolivia debe ser una lanza
al corazón de la bolivianidad, …..Honor y gloria a los bolivianos mártires de la masacre del puerto Santa María.

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