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LAS NEGOCIACIONES DEL CHILENO WALKER MARTÍNEZ Y MARIANO BAPTISTA CASERTA

Fuente: Aclaraciones Históricas Sobre la Guerra del Pacífico - Roberto Querejazu Calvo. // Fotos: Mariano Baptista (Izquierda) y Carlos Walker Martínez (Derecha).

Después de la firma del tratado defensivo del 6 de febrero de 1873 suscrito entre el Perú - Bolivia, tres sucesivos gobiernos bolivianos participaron en la gestación y perfeccionamiento del Tratado de Alianza Defensiva suscrita con el Perú. Lo inició el gobierno del Presidente Agustín Morales, que tenía por Canciller a Casimiro Corral. Se firmó y aprobó durante el gobierno provisional de don Tomás Frías, en el que continuó como Ministro de Relaciones Exteriores el señor Corral. Se ratificó y se canjearon las ratificaciones en el gobierno constitucional de don Adolfo Ballivián, cuyo secretario de Estado en el despacho de negocios internacionales era don Mariano Baptista Caserta.
Una alianza que tenía un claro y definitivo carácter defensivo debió hacerse público para que sirviese de prevención al presunto enemigo de las dos partes contratantes. Empero, se le dio carácter secreto seguramente hasta que se consiguiese la adhesión de la República Argentina. Sin embargo, no se le quitó esa condición cuando la incorporación del gobierno de Buenos Aires no llegó a concretarse.
Pese al secreto, el gobierno chileno supo de su existencia, a poco de su firma, por una infidencia del Brasil. El Perú por consideración a un país poderoso y vecino con el 'que quería mantener relaciones libres de toda susceptibilidad, le dio aviso confidencial del pacto suscrito con Bolivia. La cancillería de ltamaraty transmitió el dato a la de La Moneda. También el Ministro del Brasil en Buenos Aires, Barón de Cotepige, comunicó a su colega chileno, Guillermo Blest Gana, que se había pedido la adhesión argentina y que el asunto se estaba discutiendo en el Senado. Blest Gana comprobó la veracidad de tal información pagando una deuda de 20.000 pesos de uno de los senadores a un banco e incitándolo, por ese medio, a la venalidad.
Las autoridades chilenas quedaron muy nerviosas con las noticias de la alianza. Portales había dejado establecido como uno de los fundamentos de la estrategia internacional de Chile el de evitar la existencia de cualquier vinculación político - militar entre Bolivia y el Perú.
Los intereses chilenos en las riquezas del litoral boliviano, nacidos con el guano de Mejillones (del que consiguieron una mitad gracias al tratado de 1866), incrementados con la plata de Caracoles (explotada en su mayor parte por mineros de su nación), habían aumentado en los últimos años con un tercer producto, el salitre, en cuya explotación sus industriales se llevaban la parte del león.
El señor Adolfo Ibáñez, que seguía como Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, para contrarrestar la alianza con el Perú, evitar que este país influyese sobre el de Bolivia con su política de estatización de la riqueza salitrera de Tarapacá y conseguir que sus compatriotas siguiesen extrayendo la plata y el nitrato de sodio de Atacama sin mayores impuestos, destacó a La Paz a don Carlos Walker Martínez, como Ministro Plenipotenciario, en sucesión del señor Santiago Lindsay.
Walker Martínez conocía bien Bolivia y sus hombres. Había sido secretario de la Legación Vergara Albano años antes, cuando resultó más hábil que su jefe en conquistar las simpatías del General Mariano Melgarejo y hasta obtuvo de él el título de edecán, con el grado de mayor de ejército, para la campaña bélica contra el Perú a la que se quería empujar al tirano beodo. Encontró que el gobierno de don Adolfo Ballivián era el reverso de la medalla de lo que fue el de Melgarejo. Lo que fuera ignorancia, concupiscencia, improvisación y rudeza era ahora cultura, austeridad, sentido de responsabilidad y buenas maneras.
Congenió con el canciller don Mariano Baptista y entabló con él una cordial amistad. Dijo de él más tarde en un libro: "Es un orador notabilísimo. Su honradez es inmaculada. Su cultura profunda".
Las conferencias Baptista-Walker Martínez se iniciaron en La Paz el 6 de junio de 1873. El diplomático chileno planteó el estricto cumplimiento del tratado de 1866. Se venía ejecutando en cuanto a la partición de los guanos de Mejillones, pero no respecto a la división de los derechos fiscales cobrados por la exportación de minerales. Baptista sugirió la conveniencia de anular ese pacto y llegar a la concertación de uno nuevo en el que se suprimiesen las "medias" y la intervención fiscal chilena en territorio boliviano. Declaró que el gobierno de Bolivia respetaba las obligaciones que había contraído pero pensaba que sería mejor llegar a un acuerdo que "consultase más avisadamente los mutuos y verdaderos intereses de ambas repúblicas y eliminase todo motivo de desacuerdo, de roce, de excitación popular y de inmixtión de gestiones fiscales".
Después de varias entrevistas, los dos negociadores llegaron a ciertos acuerdos básicos. Walker Martínez, con el visto bueno de su jefe Adolfo Ibáñez, declaró estar dispuesto a la concertación de un tratado nuevo, siempre que su país conservase en él los derechos adquiridos en el anterior y, si cedía en algunos, tendría que ser a cambio de adecuadas compensaciones.
Se interrumpieron las conversaciones a raíz de la decisión del Presidente Ballivián de viajar a Sucre para que el Congreso de ese año se instalase en su sede constitucional, la Capital de la República. Walker Martínez prefirió no seguir al gobierno recorriendo "300 leguas a lomo de mula por caminos endiablados". Se quedó en La Paz confiado en que el Jefe del Estado y sus ministros retornarían a la conclusión de las labores legislativas. Mas, como las instrucciones que tenía eran las de apresurar todo lo posible un arreglo con Bolivia, continuó negociando con el canciller Baptista por medio de correspondencia.
El 5 de septiembre (1873), le escribió: "Mi señor y amigo: Tenga la bondad de pensar sobre esta nueva combinación que voy a proponerle... El objeto que usted y yo perseguimos es cortar de una vez y para siempre la odiosa cadena de dificultades que existe entre Bolivia y Chile. Nuestro proyecto de arreglo, en su base sexta, dispone que Bolivia, previa liquidación, pagará a Chile la cantidad que adeuda por derechos correspondientes a antes de que firmemos el nuevo tratado".
"Esto dejaría siempre pendiente algo... Creo que mi gobierno aceptaría mejor un partido que diera completamente fin a todo, sin dejar causa de reclamos y disgustos mutuos. Me parece, además que sería un paso de excelente política para el gobierno de Bolivia resolver definitivamente esta cuestión... Si usted y yo tuviéramos la felicidad de llegar a ese término, habríamos hecho un verdadero bien a nuestros países y cumplido con un deber de buenos ciudadanos. La propuesta que le hago es la siguiente: Yo dejo de lado el artículo sexto aludido a trueque de que usted acepte la liberación de derechos de exportación de minerales que los chilenos explotan en el litoral boliviano. De esta suerte habría una compensación mutua. Si usted cree que le conviene esta propuesta hemos concluido y lo único que restaría es poner nuestras firmas al pie del tratado. Para mí este arreglo que le propongo tiene la inmensa ventaja de dar un corte definitivo a todo. Ya no habrá para qué ocuparse más de la cuestión de límites, ni de la intervención de un país en el territorio del otro. No habrá más que paz, buena armonía y fraternidad entre dos repúblicas amigas y hermanas".
Don Mariano Baptista Caserta, como ministro de Relaciones Exteriores del Presidente Adolfo Ballivián, no tuvo fe en que el tratado de alianza suscrito con el Perú representase una garantía para la integridad territorial de Bolivia. Era un convencido de la necesidad de llegar a un acuerdo claro y definitivo con Chile que sustituyese al de 1866 y delimitase claramente la soberanía de una y otra república en el desierto de Atacama.
Cuando recibió en Sucre la proposición que el ministro chileno Carlos Walker Martínez le envió desde La Paz, relativa a que Chile renunciaría a la mitad de los réditos sobre minerales a cambio de que Bolivia se comprometiese a no cobrar más impuestos a los chilenos que explotaban riquezas en el litoral boliviano, pidió a su amigo que viajase a la Capital de la República en vista de que el gobierno se veía obligado a permanecer indefinidamente en ella, debido al precario estado de salud del primer mandatario, y porque sería mucho más fácil que se entendiesen reanudando sus entrevistas personales.
Sin conocer las ideas que venían cambiando el canciller y el representante del gobierno de La Moneda, el Congreso inició el estudio de tres proyectos de ley destinados a aumentar los impuestos: uno de 25 por ciento a las mercaderías importadas por Mejillones y Antofagasta, otro de 6 por ciento sobre la extracción de minerales y un tercero de 2 por ciento a toda empresa que operase en Bolivia.
Walker Martínez protestó ante Baptista por correspondencia "Para nada se toma en cuenta en dichos proyectos a la parte que Chile le corresponde tomar... ¿No se han fijado los proyectista que el litoral comprendido entre los grados 23 y 25 se halla bajo un situación especialísima nacida del tratado del 66?". En otra misiva añadió: "¿Qué ventaja saca Bolivia en hacer más embarazosa la situación en que se encuentran sus relaciones con Chile? ¿Qué sacaría Chile en romper sus relaciones con Bolivia?... A mi juicio solo ruina y desprestigio. Es la peor política que podemos aceptar y de aislar a un país del otro. La unión es lo que más nos conviene. Bolivia necesita paz y riqueza para llenar sus compromisos y cura sus hondas heridas. Chile necesita también paz para seguir adelante en la senda del progreso que con tan buen éxito ha comenzado recorrer. Hagamos, pues, usted y yo, lo que nos ordenan el patriotismo y los mutuos intereses de nuestros países".
Refiriéndose a la decisión de la asamblea boliviana de aprobar el impuesto del 6 por ciento sobre extracción de minerales, Walker Martínez también expresó: "Todo el mundo se ha alarmado en Chile. Se han elevado representaciones al gobierno firmadas por lo más importante del comercio de Santiago. La prensa ha puesto el grito al cielo. Se ha hablado de manifestaciones populares para exigir que el gobierno tome una actitud enérgica a fin de proteger los intereses chilenos en Caracoles. En fin, se ha interpelado al Ministro de Relaciones Exteriores en la Cámara de Diputados. Yo siento en el alma esto, ahora que estamos en medio camino de nuestros definitivos arreglos. Espero que usted tome el peso a la situación y que la contestación oficial que me dé convierta en humo ese castillo de miedos que se han levantado a nuestro alrededor... ¡cuánto siento la ausencia del gobierno de La Paz! ...Todas estas cuestiones las hubiéramos salvado entre nosotros con franqueza y lealtad en un momento".
Don Adolfo Ballivián falleció en Sucre, víctima de un cáncer al estómago. Don Tomás Frías fue encargado otra vez del mando provisional. Conservó como canciller al señor Baptista, convocó a elecciones y decidió que el gobierno continuase en la Capital de la República.

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